jueves, 30 de mayo de 2013

¡Ceda el paso!

Seguro que podéis reconocer este escenario: vas conduciendo en hora punta y desembocas en una rotonda tan colapsada que únicamente puedes pasar si alguien decide cederte el paso, aunque no tengas preferencia. En este supuesto, con la norma en la mano, nadie está obligado a cederte el paso. Es más, seguramente estos conductores justificarán la situación con un argumento de este estilo: “para eso estoy yo, para ir cediendo el paso, con el tráfico que hay y las prisas que tengo para llegar a casa!”. Y, sin duda, estos conductores que no ceden el paso serán la mayoría, y buscarán excusas en la propia coyuntura y en sus circunstancias personales.

Lo mismo sucede en otras esferas más trascendentales de la vida... ¿O acaso no se escuchan justificaciones de actos deplorables, que aluden precisamente a ciertos ‘atenuantes’? "Es que el pobre lo está pasando mal” o “esa chica es que ha recibido muchos palos en la vida, y claro…”. Tanto en el terreno laboral como en el personal, seguro que conocéis episodios en los que determinadas personas han actuado de mala fe, en contra vuestra o de algún compañer@ (si no es así, me alegraré mucho, claro está). Son situaciones injustas, cometidas por particulares o grupos: abuso de poder, traiciones, acoso, mentiras, e incluso, por qué no decirlo, robos. Figurados o reales. Podría ilustrar cada uno de estos conceptos con ejemplos, una gran parte circunscritos al ámbito laboral, pero sería muy aburrido. 


Estos ‘sucesos’ comparten, precisamente, el hecho de que los verdug@s, no las víctimas, encuentran excusas para cometerlos, alguna justificación. La empresaria que no paga a su trabajador se escudará diciendo que atraviesa una coyuntura económica muy mala; el superior que usa su poder en su beneficio, engañando y menoscabando la valía profesional de su subordinado, argumentará que éste es un mal trabajador y que él, por su parte, está expuesto a innumerables condicionantes externos; los compañer@s que dan la espalda a esa amiga, se defenderán haciendo referencia a la presión grupal o al miedo a un hipotético perjuicio personal.... Hasta los bancos esgrimen una lógica justificación cuando llevan a cabo un desahucio. Pero esa coartada, ¿resta crueldad al procedimiento? ¿Minimiza sus consecuencias? ¿Aporta alternativas más humanas a los afectad@s?

No seré yo quien aporte las respuestas.

Pero prosigamos con las coartadas. He identificado otra muy popular y que ahora se usa con frecuencia. Es la alusión a la utilidad. Me explico: estoy observando algo que no es justo, pero no voy a hacer ni decir nada porque ‘seguro que no sirve para cambiar esa situación’. Utilitarismo en estado puro, condición indispensable para tomar decisiones actualmente…

No voy a negar que en determinados momentos tod@s podemos estar tentados de mirar para otra parte, o de no actuar conforme a nuestros principios. Incluso en etapas especialmente duras podemos sucumbir, flaquear y hasta dudar de estos principios, llamados por el deseo de traicionarlos, y con el perfecto respaldo del desánimo. Pero creo que debemos seguir siendo fieles a aquello en lo que creemos y defender nuestros principios pese a las circunstancias, las dudas y los golpes. Saldremos fortalecidos y veremos más claro cuál es el camino a seguir.

Por eso, aprovecharé la anécdota de la rotonda para recordar que hay cosas que son correctas y otras que no lo son, independientemente del momento y las circunstancias. Y de la libertad de cada uno depende si optamos por ser justos y solidarios, o por el contrario hacemos aquello que no nos gustaría que nos hiciesen a nosotros. Todos podemos ceder el paso o apretar el acelerador para que no pase el otro. Es nuestra decisión y nuestra responsabilidad.

Foto: Bosque de Tarayes, del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real).

* Como se ha abordado de pasada el tema del acoso laboral, os dejo un par de links para introducirse en el tema:

Breve aproximación

Cómo defenderse 

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